Relaciones sanas
Mucho de lo que se trabaja en el consultorio se trata sobre las relaciones sociales que establecemos y cómo las mismas nos influyen positiva y negativamente, cada vez es de conocimiento más general la existencia de relaciones tóxicas, y hay mucho desarrollado al respeto para poder identificarlas -a tal fin recomiendo leer el libro Gente Tóxica de Bernardo Stamateas-
Así que decidí escribir sobre lo que considero son los pilares fundamentales para la construcción de una relación saludable, tanto para pareja, como amistad o familia. Una relación se erige entre 2, entre vos y yo, y para que funcione es necesario ser consecuentes sobre 3 aspectos que son para mi consideración la base sobre la cual edificar cada relación: respeto, responsabilidad y los sentimientos
Respeto
Hay que hablar de dos respetos: hacia la otra persona y hacia mí. El Respeto no es obediencia ni sumisión, el respeto es escuchar verdaderamente al otro, sus necesidades, ser atento a sus tiempos y ritmos, respeto hacia sus sentimientos. Cuando respeto a otra persona la coloco en una posición de igualdad hacia mí, la acepto como es y puedo empatizar con ella. Pero este respeto hacia el otro debe ir acompañado de un autorespeto, de una real escucha de mis necesidades, de mis sentimientos y también de los tiempos que necesito para estar solo/a y para estar en compañía. Una relación saludable se basa en encontrar el punto justo de armonía entre las dos personas, ese punto en el que ambos son por igual de valiosos de acuerdo su individualidad, un equilibrio entre la sumisión y el egoísmo absoluto, ningún extremo es bueno. Es ese punto en el que puedo escuchar y ser escuchado -por mí y por la otra persona-
Responsabilidad
El vínculo que surge con cada persona es resultado de una suma de acciones de ambas partes. Si estoy en la búsqueda de una relación sana es imprescindible que sea capaz de asumir la responsabilidad de lo que hago, de lo que digo, de lo que no hago y no digo. Cada quien es responsable de las palabras que usa, las cuales a veces pueden ser hirientes. Si me doy cuenta que utilizo ese tipo de expresión puedo ir buscando una nueva manera de hacerlo, y si estoy con alguien que tiene una forma de expresarse que no me hace bien puedo elegir conversarlo, alejarme o buscar la mejor manera de aportar a que ese vínculo sea diferente. Ya sea por acción u omisión constantemente estamos actuando y ese actuar repercute en la otra persona y a la inversa. Cuando me responsabilizo por mis expresiones, mis acciones, me pongo en contacto con una parte mía mucho más madura emocionalmente desde la cual soy capaz de elegir y vislumbrar cómo deseo vincularme. Así mismo asumir mi responsabilidad enfrenta al otro a su responsabilidad, no se trata de echar culpas, por el contrario es no cargarse con más de lo que a uno le corresponde, ni desentenderse de lo que sí le corresponde.
Sentimientos
Decidí hablar a lo último de los mismos ya que desde mi perspectiva, para que una relación sea saludable es preciso conectar con los sentimientos de manera responsable y respetuosa. Obviamente que los sentimientos están en el asiento de todo vínculo, es por ellos que nos movilizamos a estar con determinadas personas y elegimos en ocasiones alejarnos de otras, pero por ser la base no son lo único que determina la forma en que me ligo a otros. Lo pertinente es lograr un enlace verdadera con mis sentires, y respetar eso que me sucede y responsabilizarme de lo que hago movido por mis sentimientos; así de igual importancia es respetar lo que a la otra persona le sucede y/o siente y ser consciente de sus actos. Entrar en contacto con las emociones propias, reconociéndolas y sabiendo qué es mío y qué atañe al otro es lo que posibilita relaciones desde un respeto amoroso, tanto hacia la otra persona como hacia mí. Me gustaría dar un ejemplo de lo dicho: puedo querer muchísimo a una persona pero cada vez que estamos juntos nos peleamos, es claro que dicha relación no está siendo nada saludable, ya que luego de cada encuentro termino con un estado de ánimo horrible. Lo que sería certero en dicho caso es prestar atención en primer lugar si yo respeto al otro y si me puedo responsabilizar de lo que hago/digo (no echar la culpa constantemente o resignarme de que todo es por mí culpa); luego percatarme de sí el otro me está respetando o siento que no, y de si el otro es capaz de asumir la responsabilidad de sus decires y actuares. Todo ello siempre en un juego de búsqueda de constante balance para no llegar a los extremos. Por último percatarme de si yo estoy respetando lo que a mí me sucede o me estoy forzando y forzando una situación por un ideal al que considero debo llegar, si estoy respetando que el otro pueda sentir diferente a mí; si puedo asumir conscientemente lo que siento y expresarlo, y escuchar también.
Por lo tanto si bien los sentimientos y emociones son el motor para crear relaciones, para que las mismas sean saludables es necesario desarrollar una madurez emocional que reconozca la responsabilidad y el respeto amoroso al otro y a mí mismo, porque todos somos igual de valiosos.

